EL NACIMIENTO


EL NACIMIENTO

Representa la parte central de la Navidad, el acontecimiento que celebramos cada 25 de diciembre: que Dios se hizo carne y habitó entre nosotros.

Su origen se remonta a la época de San Francisco de Asís, quien fue el primero en instalar uno viviente para ejemplificar el nacimiento de Jesús, probablemente el invierno de 1223 en la ermita de Greccio. Con el tiempo se arraigó esta tradición en Europa. Poco a poco los nacimientos vivientes se fueron sustituyendo por figuras. Se cree que el primero fue con figuras de barro y se realizó en Napóles, Italia, a finales del siglo XV. Con la conquista española, los frailes utilizaron las costumbres navideñas para evangelizar a los nativos del Nuevo Mundo y los franciscanos construyeron los primeros en Huejotzingo, Puebla, en 1524.

Los nacimientos desempeñaron un papel muy relevante porque, además, los naturales de estas tierras fueron adiestrados para elaborar las figuras y los motivos. Ejemplos de ello son los angelitos de Tzintzuntzan, Michoacán; las figuras de barro de Metepec, Estado de México, o de Ameyaltepec y Tolimán, en Guerrero; o los nacimientos en miniatura y policromados de Tlaquepaque, Jalisco.